lunes, 20 de octubre de 2008

Monstruoso

Y tras aquel instante supo que se había convertido en aquello de lo que huía, había pasado de ser una fantasía a una triste realidad, lo había conseguido, su corazón forjado a sangre y hierro nunca derramaría una lágrima más, los puntos de sutura habían sanado y de todo aquello ahora tan sólo quedaba el recuerdo y una hermosa cicatriz. No obstante, añoraba aquella sensación... ya no flotaba a tres palmos del suelo, ahora caminaba sobre él, y soñaba... soñaba constantemente con la persona que fuera capaz de librarse de su pesada armadura. ¿Feliz? Nada más lejos de la realidad. El ser humano tiene un anhelo, querer tener todo aquello que sabe que no puede poseer. Buscar lo imposible, volar como Ícaro junto al sol y ser capaz de no estrellarse contra el suelo después de que tus alas de cera se fundan. Insensible. No escuchaba nada en su pecho, ni el más tenue latir, ni la más ligera pulsación, nada. Él mismo se había convertido en un monstruo, era producto de sí mismo, no se debía reprochar a nadie su actitud, había olvidado su antiguo yo y ahora estaba cubierto de polvo y mierda, y le echaba de menos. Recordaba con nostalgia al bohemio interior, aquel ser capaz de captar lo más bello, la esencia, los pequeños detalles, los más ínfimos gestos, el resplandor de una sonrisa o el brillo de unos ojos cariñosos. Llegados a este punto, se sentó en el suelo, respiró hondo y se echó las manos a la cabeza. Ahora no comprendía porqué lo había hecho... pero tan solo el silencio de la fría noche y la blanca luz de la luna le contestaron...

Ya ha pasado la 3ª semana de Pretemporada, los entrenamientos se intensifican poco a poco, los metros suben, las sesiones se alargan, más ejercicios, y entre tanto, la lluvia nos recuerda las dificultades del otoño. Siempre amenazando con dejar caer una tromba o tal vez un aviso de cuatro gotas. Las temperaturas poco a poco bajan, las mañanas se hacen más frescas, las noches frías, mal clima para un animal de sangre caliente como yo. Echo de menos el verano. Y no porque me lo pase mal o porque esté en la universidad, sino porque echo en falta aquel calorcillo que hacía que la camiseta sobrara y que hacía que tras los entrenamientos no te tuvieras que abrigar. Pero seamos realistas, es tan imposible parar el paso del tiempo como necesario que vengan las lluvias, que el campo se renueve, que recupere los verdes en el suelo y los marrones en los árboles, que el agua no se filtre y todo se embarre para disfrute de mountainbikers y aficionados a las pedaladas. Cuando salíamos de pequeños deseabamos que lloviera para llegar de barro hasta las cejas a casa y después, en un baño caliente, relajarse. Ahora hemos sustituido la BTT por la de carretera, con el consiguiente riesgo, pero eso es lo de menos, sin riesgo nuestra vida no sería vida, sería una mierda.

Con la soledad como fiel compañera transcurren los entrenos, carrera y natación fundamentalmente, y con ansia regreso cada viernes a Talavera para tener un entrenamiento más o menos entretenido y poco me he encontrado. Se han cambiado las salidas, cuando se sale, bien por inclemencias del tiempo o porque Aldana & Co. ejercen de modelos para Dorsalcero (http://www.dorsalcero.net/). Así que la mitad de los días que acabo huyendo de la soledad toledana me la encuentro en mi tierra natal. Ahora me estoy volviendo un lobo solitario, sé que me cuesta, pero también sé que psicológicamente me está haciendo más fuerte y sé que cuando dentro de unos años, cuando prepare un IM, recordaré estas salidas y me reiré. De momento sigo inmerso en mi lucha eterna contra el viento, más adversario que amigo, y seguiré viendo mi sombra, ahora más ancha por las ropas contra el frío, achatada como la de los gorriones en invierno, mientras las hojas caducas caen impasibles mientras las ruedas de mi bici siguen girando sin descanso...

jueves, 9 de octubre de 2008

Dosis de Realidad

Notó la gélida brisa en su cara, el sabor a ron aún estaba patente en su paladar, respiró profundo, de dentro de sí surgió una tos seca que hizo que sintiera el dolor de su garganta en carne viva. Sin explicación. No encontraba ninguna a aquel comportamiento. Buscaba una razón al sinsentido en el que su cabeza se había convertido. Millones de preguntas, cientos de respuestas, y ninguna con lógica alguna. Intentaba descifrar el comportamiento humano pero en ese momento le resultaba imposible... Llegados a un punto notó algo en el pecho, un pequeño tallo que germinaba de un pétreo corazón y que amenazaba con resquebrajarlo... ¿resquebrajararía su coraza? Era algo a lo que él no estaba dispuesto a comprobar. Apretó los dientes, se quiso saber insensible y consiguió que todo muriera dentro de sí. No hubo gritos, ni llantos, tampoco lamentos. Entonces bajo un cielo nublado amenazante de lluvia se empezó a plantear si realmente se había convertido en un monstruo, tal vez, tal vez se hubiese convertido en aquello que había intentado alejar de sí. Desconcertado. Así era como se encontraba. Quizás el secreto de su invencibilidad pasara por ser capaz de matar todo sentimiento que surgiera en su interior. Quizás... Demasiadas dudas en una mente atormentada entre el placer y el amor. ¿Quién ganaría? Las tablas se imponían en un prepotente acto de frialdad. Ahora el miedo le atenazaba, pero... ¿miedo de qué? Miedo de sí mismo, miedo de que ganara la parte oscura de su corazón... ¿y cuál era la parte oscura? No lo entendía. Todo se barajaba en un juego de pros y contras. Tal vez la mejor opción fuera la menos mala. Aún así tenía dudas y esto le desquiciaba. Pasaba sus ratos muertos pensando en la mejor opción y nunca hallaba respuesta alguna a sus divagaciones... De su corazón ahora solo quedaba restos humeantes, rescoldos de una pasión pasada que el viento quería resucitar, sus ambiciones le habían resultado demasiado altas y poco a poco se fue concienciando de ello para observar una realidad que le resultaba incómoda. No obstante lo aceptaba, sabía admitir sus derrotas y lo que en un principio había querido era tirar un muro a cabezazos, de bruces chocó, su objetivo ahora era levantarse cuanto antes y la pregunta cuyo eco resonaba era... ¿cuanto tardaría...?

Los días pasan fugaces entre clases, novatadas, apuntes y fiestas. La vuelta a los entrenos es sinónimo de recuperar la disciplina perdida, la constancia, la forma física, prepararnos a conciencia para el último año de junior. Éste es el año, debemos luchar por todo aquello que amamos, todo aquello por lo que un día nos juramos no rendirnos, es hora de convertir nuestros sueños en realidad, de hacer de la leyenda una realidad. Seguramente nos encontremos con baches en el camino, debemos aprender a superarlos y si caemos en ellos, sacudirnos la tierra y el polvo y levantarnos sin mirar atrás. Es tiempo de hablar de sueños e ilusiones, de esperanzas, de anhelos y pasiones, de sacrificio y esfuerzo, pero también es tiempo de demostrar que somos dignos de llevar a cabo tal hazaña. Es una cuestión de orgullo y de honor, pero también de inteligencia. Ya me han llegado ofertas del Bricoblock para unirme a ellos en esta próxima temporada. Ni que decir tiene que con la misma facilidad que vinieron las rechacé. Tuve que oír asombrado el desprecio que algunos hacían de mi club "No vais a llegar a nada", creo que es la frase adecuada para metérsela por el culo a la insolente boca por la que salió. Mis colores son dos: azul y blanco, defenderlos por encima de todo para luego contar las anécdotas a los mismos descendientes será el único legado que me quede. Hablarles del compañerismo, de la amistad, del sentimiento con el que uno debe defender lo suyo, llevar la cabeza alta, jamás desistir, disfrutar con el deporte... Tritalavera no es una escuela o taller de Triatlón, es una escuela de vida. Formamos personas, mostramos el camino para liberar la mente y el alma a través del sacrificio corporal y el esfuerzo. Así podremos decir que tal vez no seamos los mejores, pero sí los que mayor espíritu, coraje, fuerza y empeño le ponemos.

De nuevo en Toledo, cada viaje de bus se hace eterno, casi me pongo malo al montar, lo odio profundamente, y ahora más que tengo coche. Sabía que me gustaba pero los primeros días fueron casi de pánico, justo hasta que le cogí el puntillo al coche, ahora me cuesta bajarme, mi música, mis amigos y la ciudad como circuito. La prudencia de copiloto, razón tenía mi padre cuando me dijo que era cuestión de práctica. Ahora me defiendo bastante bien y me doy cuenta de la libertad que uno tiene al tener casi garantizado un medio de transporte. Da pereza venir los domingos a Toledo y pensar en la sesión matinal de alpinismo hasta la parada de bus. Pero si hay algo que hecho de menos en Toledo, eso es sin duda alguna la bici. Fiel compañera, coge polvo de lunes a viernes colgada en su gancho. Pero cada sábado y cada domingo, si la climatología lo permite, se la saca de paseo. Lo malo es que el otoño es el otoño. Y este finde cuando no fue por la lluvia fue por el viento. Lo hiriente del caso de Talavera es que todavía no nos han dado las calles para nadar, así que me parece que tendré que modificar planes y salir hacia Talavera después de comer y entrenadito para básicamente descansar o hacer un poco de Spinning en el Gym de Noruego o rodillo en uno prestao'.