Ahora vuelvo a las andadas, a entrenar, aunque tengo las mismas sensaciones que cuando volví a entrenar el año pasado después del esguince (que fue casi por estas mismas fechas). Ayer hice una sesión de natación de 4 km, hoy he salido a correr un poco para comprobar qué tal estaba, lo malo es que se ha hinchado un poco. También he tenido la posibilidad de hacerme con un par de libros algo viejos ("La recuperación de la fatiga en el derportista", 2004 y "La Resistencia desde la óptica de las ciencias aplicadas al entrenamiento deportivo", 2006) relacionados con el entrenamiento a buen precio (9 y 12€).
Y yo sigo con mis peleas con la asignatura de Procesos de Enseñanza-Aprendizaje, cada vez que tengo esas clases salgo deprimido e iracundo, preguntándome por qué he de cursar una materia de algo que no quiero hacer y qué he hecho yo para merecer a una profesora "como esa" (Del Valle, S.), aunque claro, sigue siendo mi opinión, y como insinuar o deducir un pensamiento no es escribir, estoy limpio de pecado. Esta vez, por enésima, volvemos a hacer una tarea mal el 90% de la clase, y seguimos siendo nosotros los que "no trabajamos"...¡ejem! Por suerte siempre vendrán las clases del profesor Mora para que me cambie algo el humor.
Quizás parezca que estoy bastante quemado, ¿será porque lo estoy? Y sigo teniendo la impresión de escuchar la misma verborrea cínica autocentrista cada día mientras caliento la silla sin ser capaz de sacar nada productivo. Entonces es cuando me planteo si quizás me equivoqué de carrera, si debí apuntarme a filosofía para dar clase de ética a 3º y 4º de la ESO. Enseñar a pensar. Ser justo. Distinguir claramente entre el "yo", el "superyo" y el "ello" de Freud. Intentar que se recuperen los valores en los que se basa la LOE y que todo el mundo se pasa por el forro. Y después es cuando se me plantea una pregunta; bastante lógica por otra parte, si consideramos lo que sé sobre algunas conductas de algunos "profesores" de universidad; ¿el fin justifica los medios? Porque si hago balance entre lo que sé y lo que debería saber, está claro que sí. Pero mi moralidad me dice que debo declinar esa opción. Esto me lleva a una encrucijada entre las normas establecidas, el beneficio propio, el deber y el querer. Es curioso. Y pensar que aquéllos que debe instruirme y enseñarme buscan el segundo y el cuarto asusta. Más que nada porque todo se basa en un círculo vicioso de clase, academias y segundos trabajos... un Trust Educativo (y recordemos que según las leyes mercantiles los Trust son ilegales...). Ésta es la situación que tenemos y que será muy difícil cambiar, porque la conclusión que se puede sacar de todo esto es que es imposible triunfar sin pisar cuellos y aplastar cabezas (¿estaríamos atentando entonces contra la ética, y por tanto contra los valores que deseamos transmitir a los alumnos...?). Al final no hay tanta diferencia entre el siglo XXI y el Medievo.