martes, 19 de julio de 2022

Sesenta por ciento

Del desahogo del último post pasamos a la angustia del retraso de las últimas pruebas del viejo, de mayo a junio, de junio a finales del mismo, y de ahí a principios de julio, con los resultados a finales. Quiero pensar que como la frase de Mr. Wonderfull “todo saldrá bien” y que si desde el 7 al 29 no nos han llamado es porque los resultados no son malos (que no es que sean buenos). El sinvivir continúa.

En el curro parecía que íbamos a tener un respiro y nada más lejos de la realidad. Ha sido un estrés continuo desde la fecha hasta la primera de julio. Supongo que serán (putas malas) rachas. El caso es que todo se empieza a acumular, desde esa tensión hasta la grasa abdominal. Y no hay nada peor que no encontrarse bien con uno mismo para que empiecen a salir de uno en uno todos los fantasmas del pasado. Todo repercute, y nada para bien. Entrenas, aunque sea por no pensar, sólo por dormir más de tres horas seguidas, y comenzando a pensar si me estaré volviendo un blandito. Antes las dudas que surgen, brotan un falso “estoy bien” que tampoco contribuye a mejorar la situación. La realidad es que el motor ha gripado, y el hastío y el asco aparecen. Pierdes la pasión por todo lo que haces. Ni el trabajo, ni el entreno, ni tu pareja. No eres un 100%. No llegas a un 60%. Eres como un castillo de naipes cayendo.

Por eso intentas recomponerte, y aguantar, aunque sea parcialmente. Reconectar con tu “yo” interior, con tu tierra, con tus amigos de toda la vida, y en cierto modo lo consigues… durante un rato. Sigues con las entrañas removidas. “Trust your guts”. Nunca los hice caso, hasta ahora. Y es de las cosas que más duelen.

Más incluso que las palizas incondicionales que he estado dándome estos días. Bajar a Talavera, volver a entrenar con los chicos, bajar del millón de revoluciones de la cabeza subiendo repechos a 400w con la banda, hasta que revientas. Ese es el punto en que vuelven a subir, y normalmente suele coincidir con el punto en el que pierdes rueda o rebufo. Haces terapia con una cerveza con Edu, o corriendo con el tito Luidgi, llegando a la conclusión que, al final, eres como un coche: tengas mucho motor o poco, tienes que pasar las revisiones anuales para no gripar. Así que voy a ir pidiendo cita en el taller.

El próximo domingo volveré a embutirme en el amarillo del club, en una buena romería en Riaza, en una prueba de la Du&Tri Cup de Madrid. ¿Aspiraciones? Acabar. Igual mi auténtico yo está a mitad de puerto y soy capaz de cogerlo.