domingo, 25 de diciembre de 2016

Murió en octubre

Demasiados cambios en mi vida en los últimos meses. Demasiadas cosas que contar, poco tiempo y menos inspiración. Quizás ahora que tengo unas horas de reflexión, entre comidas copiosas y compromisos festivos y sociales de todo tipo, es el momento adecuado para escribir. 

Sé que algunos me echaban de menos, más que nada por no tener nada que leer cuando plantan el primer tordo de la mañana. Sí, soy muy dado a ser lectura de váter. Qué le vamos a hacer. 

En octubre di comienzo a un nuevo periodo en mi vida. Aunque realmente la semilla de todo estuvo en julio en los Rise Camps de Les Deux Alpes. Me ofrecieron la posibilidad de entrenar a un club nuevo de triatlón, un grupo de amigos llenos de ilusión y con ganas de hacerlo bien desde el principio. Tuve muchas dudas, pero al final acepté. También he de decir que hubo otros factores que influyeron (como en todas las buenas historias, hay una chica). 

Con más miedo que vergüenza, el primer mes fue de idas y venidas, muchos kilómetros y facturas de gasoil. Algunos días comía como un homeless en un parque, un tuper de pasta o arroz con algo de verdura, otros, buscaba las ofertas de telepizza o un bocata en un bar. No fue nada sencillo, ni fácil.

Durante ese mes de "prueba de viabilidad" no puedo decir que lo pasara especialmente bien, seguía centrado en mi oposición, mi grupo de entrenamiento de Talavera y online, y, sí, sin vida. Al final vi que la cosa podía cuajar y empecé a buscar piso. Arroyomolinos fue una pérdida total de tiempo. Sí, era más barato, pero el gimnasio eran 75€ al mes, la oferta escasa, y conviviendo con propietarios, es decir, muy restrictivo todo. No merecía la pena. Así que a Móstoles, Brónxtoles, como dicen los del Triarroyo, algo más caro, pero con más ofertas y un gym Supera al que podía entrar pagando el de aquí de Talavera, pues arreando. 

Y ese primer mes de noviembre fue de adaptación a la nueva ciudad. De saber dónde estaban los sitios, de buscar un sitio para estudiar, de aclimatarse a un ritmo de vida. Y al final ahí salía la rutina. La non-stop de siempre:
Que nunca te falta amigos así.
7.30 arriba, 8.30 a 14 en la biblio, 14.30 hacer la comida y comer, 15.30 a 16 descansar, 16 a entrenar si se puede y si no a estudiar hasta la hora de currar por la tarde. Y salir de trabajar a las 21.45 como pronto, volver a casa, hacer la cena e intentar meterte en la cama a las 23.30... Día tras día. De lunes a viernes, y el sábado a veces tocaba dar algún clínic o ponencia, o directamente currar haciendo entrenos... En fin.

Sobra decir, que ahora estoy haciendo poco más que mantener, y que con este ritmo de vida, a veces exploto como una palomita, y me paso algunos días que no tengo ganas ni de respirar... Pero hay que aguantar, el 14 de enero está cerca, y, para bien o para mal, se verá el trabajo de los últimos 10 meses. Mezcla de miedo e ilusión. No sé qué más de qué. 

Ahora ya han pasado los 3 días más complicados de Navidad, 23-24-25, con más compromisos que un ministro, así que lo que queda es pecata minuta, Hoy volví a salir con la bici, cosa que había abandonado hace tiempo, por falta del mismo, pero hoy era necesario, rodar 2h con el tito Luidgi, reflexionar sobre la vida, reírnos, lo echaba en falta.