jueves, 7 de mayo de 2020

Memoria de Pez

Hoy es día 7 de mayo, y seguimos en la Fase Cero de la ya famosa “desescalada”. Sin embargo hay un exceso de confianza y una relajación muy plausible, que no es nuevo. Llevamos una semana desde que se anunciaran las medidas de desconfinamiento, y ya desde antes se percibían. Sin ir más lejos, el sábado pasado fui a cierto supermercado y lo que vi hizo que estuviera rumiando este post día tras día. Una cola de veinte personas para entrar podría ser lo normal. Un hacinamiento de 50 personas esperando para pagar no. Y lo peor de todo,  verlo normal.

Que estemos hasta las pelotas de estar encerrados en casa, no es excusa. El bicho de los cojones sigue fuera, pero, lo hemos olvidado.

En mi barrio ya no hay aplausos, tampoco caceroladas. Y eso que las 20.00 peninsular es son aquí las 19.00 por lo que el argumento de salir a pasear no es válido. He de admitir que tampoco salí nunca a hacerlo en los más de 50 días. Quizás porque me parece hipócrita o quizás porque creo que es mejor hacer una llamada a un colega enfermero o enviarle un WhatsApp a un amigo policía o ser amable y sonreír a la cajera del súper. Y ese silencio conciudadano es síntoma inequívoco de que hemos olvidado cómo estábamos hace un mes.

Celebramos, pírrica mente, que hay “menos de 200 muertos diarios”. ¿Cuánto ocuparían esos ataúdes? Hemos perdido totalmente la conciencia y la consciencia de las dimensiones de lo que estamos pasando, porque esto no se ha acabado. Pero claro, decir esto, es incitar públicamente al odio, o ser pesimista. Nos marean con cifras y siempre hay alguien que miente. Desde el inútil que tenemos como presidente (o que al menos figura como tal) empeñado en que somos los quintos del mundo en hacer test, hasta los medios en los que  raro es que no salga la palabra “ultraderecha”.

Aún no somos conscientes del berenjenal en el que estamos metidos porque los datos se falsean. Desde los contagios diarios, recordemos que el lunes la CAM “notificó” al Gobierno 1 contagiado y publicó en la web 190, hasta las cifras de paro, al no contar con los ER(T)E. Y la mayoría de estos últimos siguen sin cobrar. ¿Quién miente? Los datos de paro nos van a despertar como una hostia a mano abierta en la jeta, y nos vendrá bien para espabilar del sueño cianótico en el que la renta básica nos está sumergiendo. El despertar, que debería ser progresivo, como en el mito de la caverna, será una huida hacia adelante en el que nos quedaremos ciegos, como aquel proverbio que decía: “Los árboles no te dejan ver el bosque”. Una ceguera, que, como el portal de transparencia del gobierno, opaca.

Soy de esos que se ha molestado en buscar en BOE, bien para realizar bien mi trabajo o bien para saber cuándo y cómo cojones ir a correr, y lo que encontré hasta que por fin di con la dichosa orden ministerial de sanidad y transportes, fueron nombramientos de Libre designación (porque “a dedo” queda poco democrático) y no pocos. Pero eso no saldrá en las noticias.

“No corren buenos tiempos para los soñadores”, decía una frase escrita con spray en la pared de mi barrio en Talavera. Parecía casi una premonición, o una inyección de realidad. Realmente, no van a correr buenos tiempos para nadie.

Lo vi el sábado, cuando hubo masificación en las zonas de paseo y deporte, y corrillos, y gente abrazándose. “No miniño” no estamos en ese punto aún. Habrá repunte. Más pronto que tarde. Y eso hará que la rama de la que colgamos sobre el abismo acabe cercenándose.

Por propio egoísmo primero, por falta de planificación segundo, por ausencia de liderazgo tercero, y por puto electoralismo. La forma más fácil de ganar votos es la dinámica de una barra de pub un sábado por la noche (de las de antes) “prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido”. Y no se trata de un comunismo encubierto que identifica a los portadores de banderas de España en los coches como decía Carlos Herrera, se trata de saber cuándo se puede y cuándo no se puede ejercer el derecho de reunión. Es muy simple. El problema es que se deja en manos de los ciudadanos la interpretación de unas normas confusas. Si sale bien es gracias al gobierno, si sale mal es culpa de los ciudadanos, o realidad es que pase lo que pase será “pese al Gobierno”. Se ha perdido cualquier tipo de decencia, y el “mando único” es un figurante, las CCAA postulan, sin tino, medidas, y como el ejecutivo, improvisan. Y fallan, como Ayuso con los menús del Telepizza o la reunión de la clausura de IFEMA, pero siempre se habla más de un lado que del otro. Porque igual que digo que Margarita Robles ha hecho que se me pongan los pelos de punta, he sentido vergüenza
ajena leyendo las entrevistas a Celaá en las declaraciones sobre Portugal (que ha al tenido menos contagios por su localización geográfica o que los niños son del Estado) o escuchando hablar a MJ Montero, porque una cosa es el acento y otra la dicción (sobre la semántica y no decir nada con 100 palabras también se podría hablar).


La culpa acabará siendo siempre del individuo, aunque todo el poder se concentre en un Mando Único, y cuando pasa eso, es decir, que quien nos gobierna elude responsabilidades, estamos jodidos. Una vez más prorrogado el estado de Alarma, habría que tirar de hemeroteca, o “Alarma o Caos” y la elección es  “caos en el estado de alarma”, porque lo que nos queda por vivir dista mucho de haber terminado. Ante eso, algunas preguntas, ¿Si hay rebrote la culpa será de los que se opusieron infructuosamente al EdA, léase PP-VOX? Recordemos que los mismos que votaron a favor del Presidente en la investidura le han retirado el apoyo, y otros, están en el aire. Estos tíos (PNV-ERC) hacen buena la frase de Cepión, “Roma no paga a traidores”, salvo que Sánchez no sabía que él era Viriato, y no el cónclave italiano.

Ante tal panorama, solo puedo desearos suerte. Porque la vamos a necesitar. Yo también.