sábado, 17 de octubre de 2020

Entrenar en tiempos de pandemia

  Recuerdo cuando empecé a salir en bici con 14-15 años con una sudadera y un culote, unos guantes que usaba para ir al colegio y un casco que era como el caparazón de una tortuga. Siempre pensaba que, con el tiempo, tendría pasta y me compraría las equipaciones "más mejores del mundo mundial". Creces, evolucionas, hay cambios en tu vida, algunos para mejor, otros no tanto, y llega un punto en el que crees que aquello que añorabas lo puedes llegar a conseguir. Sin embargo, te miras al espejo, y ves que ya tienes más entradas, más canas, alguna zona del pelo que clarea, más arrugas y sobre todo, menos ganas.

Si le sumas que a la frase anterior hay una pandemia mundial y Madrid, se hace un cóctel explosivo. Es verdad que llegué a Talavera desde Canarias muy pasado de peso, unos 5-6 para ser exactos. El verano, las amistades, las vacaciones, te hacen afinar pero al regreso al curro hay una nueva rutina que adoptar. Y cuesta. Al principio intenté seguir motivado, con vistas a unos hipotéticos campeonatos de España de duatlón que se celebrarían, pero realmente, ves cómo evoluciona la pandemia, y no hay ganas.

Son riesgos innecesarios que sumado a la incertidumbre constante hacen que salgas a entrenar con una mochila llena de piedras, o de pensamientos. Aquello de rumiar psicológicamente. Cuando el objetivo es "estar en forma" y eso es algo relativamente fácil, digamos, no parecer una albóndiga con patas, te relajas, y haces pereza. He sido capaz de entrenar dos veces en una semana y vaguear los otros 5 días rascándome las pelotas o viendo series. ¡Manda huevos! ¡Quién te ha visto y quién te ve!

Ahora, intento volver, poco a poco, vadeando la incertidumbre, despacito, y haciendo bien las cosas de nuevo, con Héctor a los mandos. Aunque la incertidumbre sigue ahí, la pasta salió del banco, así que hay que aprovechar lo invertido, al menos, de aquí a tres meses.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Resiliencia

Un mes para cambiar mi mundo.

O al menos, todos los planes que tenía con él.

En muchísimos aspectos. En general, a mejor, salvo alguna excepción. Tener 30 para aprender a aceptar que hay cosas en tu vida que se escapan a tu control y que no se pueden cambiar, precisamente por lo anterior. Aprender a jugar las cartas conforme vienen dadas, sea para bien o para mal. Como aquella frase que decía que hay veces que se gana y otras se aprende. Puede sonar a consuelo de perdedor pero se resume a otra palabra: Resiliencia.



He conseguido ir cumpliendo objetivos e ir avanzando, siempre hacia adelante. Conseguí quitarme los kilates de más con los que vine. Hay que tener en cuenta que el confitamiento me sentó bien. Tan bien que dejé la talla 40 de pantalón para ingresar en la 42. Cuestiones derivadas del cierre de gimnasios y ausencia de motivación para entrenar. Eso contando con que lograba salir a correr de vez en cuando la jungla de asfalto roto llamada La Laguna. Pero sí, en general, podemos decir que vine como un puto tejón. Véase por la forma, rechonchilla, digamos. 
Por suerte o por desgracia, tengo colegas de entreno que son unos hijos de Satanás, y he conseguido ponerme en un mes relativamente fuerte. Ni mucho menos a un nivel de rendimiento óptimo, pero sí para acabar los entrenos con una sonrisa, y que luego te duelan hasta las pestañas. Entre medias, llevé la bicicleta a pintar a "Carbono y más", unos conocidos de Talaverilla, lo que significa que he estado dos semanas entrenando con el cabrito. Y claro, no es la misma posición, no es la misma longitud de biela, realmente no es geometría de cabra, y las horas acoplado dolían en el lomo, que menos gusto, daba de todo. Restémosle entrenar con Héctor Arévalo (Torete) y que te "convenza" para hacer transición post series en bici. Apoteósico. Si al acabar me hubiesen puesto un cubo de hielo hubiese metido la cabeza antes que los pies. Como dice la LOGSE, "progresa adecuadamente", a consta de enganchar algún buen melocotón. 

Bromas al margen, os dejo la foto de cómo ha quedado la bici, a falta de recibir unas ruedas Vision de perfil 35 que he pillado a una web alemana. Esto de tener cuartos es muy peligroso. Se me ocurren un montón de polleces que sin ser imprescindibles, tampoco puedes clasificar como caprichos, que comprar. Habrá que ver cómo quedan. Me junto con Don Alberto y así me pasa, me brotan las pijadas, jaja.

En el plano laboral, viento en popa a toda vela, ahora gastando unos cuantos días de vacaciones, con el piso cogido en Madrid, y la puta incertidumbre de si cuando vuelva habrá unos okupas hijueputas metidos en él. ¡Esperemos que no! De hecho me planteo pasarme para ver cómo está el tema por si acaso. 

De los entrenos, lo más reseñable es que después de 15 años haciendo triatlón, si bien es cierto que los primeros no contaron y he estado mucho tiempo fuera, he subido al fin Mijares, haciendo en esa misma ruta Serranillos y Pedro Bernardo, con la grupeta de los Talavera Training de Álvaro Calvo, también la machada al día siguiente con una ruta de 124km, casi 1500 positivos y más de 30 de media, y eso que yo venía descolgado. También el reencuentro con Fer Alarza, pudiendo compartir algún entreno con nuestro olímpico. Y he de decir, que estoy volviendo a encontrarme bien en el gym gracias a la ayuda de Javi Noru, que me deja entrenar en su centro un par de veces por semana.


jueves, 2 de julio de 2020

Letargo

Llevaba tiempo sin escribir, por falta de ganas y de motivos. Si hubiese exprimido mi cerebro, posiblemente hubiese salido algo, probablemente nada bueno, pero sí algo.

Ahora, tras la vuelta a casa y después de haber pasado el estrés de la última semana, haciendo gestiones de todo tipo y preparando la mudanza con contratiempos, puedo sentarme un rato y escribir. También porque ahora compré un portátil nuevo y puedo escribir sin estar pegado a una toma eléctrica.

Han sido meses duros de confinamiento y la progresiva recuperación de la "normalidad", hasta cierto punto, con cambios en el trabajo que hacían más mella psicológica que física, y claro, como todos, hubo días de esos que no te aguantas ni a ti mismo, ni le veías el sentido a nada. De todo se sale. Las etapas se cubren y el tiempo pasa. Algo cambia en ti. Evolucionas, espero, a mejor. Aprendes. Te preparas para lo que venga, "In omnia paratus".

Solo con hielo Tigri
Volver a las raíces, Talavera, días de reencuentros, ver a los colegas, un café o un entreno, o ambas. Correr de nuevo por el camino de la ITV, llano, amplio, de tierra, ¡joder, cómo lo echaba de menos! Dejar que se despierte el gusanillo masoquista poco a poco, de nuevo, ese que estaba hecho un capullo (como alguno con los que estuve hoy). Sufrir y disfrutar, y quitarme los kilos de más que he cogido, que yo diría que me ha encogido la ropa de curro. Por cierto, próximo destino, Madrid.

Con ese pelo pareces, por lo menos, cámara de PP
Hoy, primer día, y ya triple sesión. Quizás porque me lo pedía el cuerpo, o porque hay veces que no sé decir que no. Después de una carreterita desde mi casa hasta Espinosillo, 10k clavaos', ducha, porque no recordaba por qué llamada yo a ese pueblo "La sartén del Diablo", y un café en la sede. Tomarte un café sin que te cagues vivo o que sepa totalmente amargo es un plus. Parecerá una tontería, pero hay pocos sitios de Tenerife donde me haya tomado un café decente. Ver el Tigri y al tito Luidgi y que ya te engañe para ir a hacer unas pesitas en el gimnasio de Noru, y ya puestos, unos metrillos en la Alameda, y coincidir con Solana. Te cagas. Todos los locos vamos a los mismos sitios debe ser. Y por mucho que pase el tiempo, Luidgi seguirá siendo un cabroncete muy salao', del tipo de acabar de hacer un 200 estilos y que te meta prisa para hacer un 200 crol, en piscina de 50, no lo olvidemos.

El programa de esta tarde incluye revisión de bici, puesta a punto y poner los pedales a cargar. ¡Cómo echaba de menos esta mierda!


jueves, 7 de mayo de 2020

Memoria de Pez

Hoy es día 7 de mayo, y seguimos en la Fase Cero de la ya famosa “desescalada”. Sin embargo hay un exceso de confianza y una relajación muy plausible, que no es nuevo. Llevamos una semana desde que se anunciaran las medidas de desconfinamiento, y ya desde antes se percibían. Sin ir más lejos, el sábado pasado fui a cierto supermercado y lo que vi hizo que estuviera rumiando este post día tras día. Una cola de veinte personas para entrar podría ser lo normal. Un hacinamiento de 50 personas esperando para pagar no. Y lo peor de todo,  verlo normal.

Que estemos hasta las pelotas de estar encerrados en casa, no es excusa. El bicho de los cojones sigue fuera, pero, lo hemos olvidado.

En mi barrio ya no hay aplausos, tampoco caceroladas. Y eso que las 20.00 peninsular es son aquí las 19.00 por lo que el argumento de salir a pasear no es válido. He de admitir que tampoco salí nunca a hacerlo en los más de 50 días. Quizás porque me parece hipócrita o quizás porque creo que es mejor hacer una llamada a un colega enfermero o enviarle un WhatsApp a un amigo policía o ser amable y sonreír a la cajera del súper. Y ese silencio conciudadano es síntoma inequívoco de que hemos olvidado cómo estábamos hace un mes.

Celebramos, pírrica mente, que hay “menos de 200 muertos diarios”. ¿Cuánto ocuparían esos ataúdes? Hemos perdido totalmente la conciencia y la consciencia de las dimensiones de lo que estamos pasando, porque esto no se ha acabado. Pero claro, decir esto, es incitar públicamente al odio, o ser pesimista. Nos marean con cifras y siempre hay alguien que miente. Desde el inútil que tenemos como presidente (o que al menos figura como tal) empeñado en que somos los quintos del mundo en hacer test, hasta los medios en los que  raro es que no salga la palabra “ultraderecha”.

Aún no somos conscientes del berenjenal en el que estamos metidos porque los datos se falsean. Desde los contagios diarios, recordemos que el lunes la CAM “notificó” al Gobierno 1 contagiado y publicó en la web 190, hasta las cifras de paro, al no contar con los ER(T)E. Y la mayoría de estos últimos siguen sin cobrar. ¿Quién miente? Los datos de paro nos van a despertar como una hostia a mano abierta en la jeta, y nos vendrá bien para espabilar del sueño cianótico en el que la renta básica nos está sumergiendo. El despertar, que debería ser progresivo, como en el mito de la caverna, será una huida hacia adelante en el que nos quedaremos ciegos, como aquel proverbio que decía: “Los árboles no te dejan ver el bosque”. Una ceguera, que, como el portal de transparencia del gobierno, opaca.

Soy de esos que se ha molestado en buscar en BOE, bien para realizar bien mi trabajo o bien para saber cuándo y cómo cojones ir a correr, y lo que encontré hasta que por fin di con la dichosa orden ministerial de sanidad y transportes, fueron nombramientos de Libre designación (porque “a dedo” queda poco democrático) y no pocos. Pero eso no saldrá en las noticias.

“No corren buenos tiempos para los soñadores”, decía una frase escrita con spray en la pared de mi barrio en Talavera. Parecía casi una premonición, o una inyección de realidad. Realmente, no van a correr buenos tiempos para nadie.

Lo vi el sábado, cuando hubo masificación en las zonas de paseo y deporte, y corrillos, y gente abrazándose. “No miniño” no estamos en ese punto aún. Habrá repunte. Más pronto que tarde. Y eso hará que la rama de la que colgamos sobre el abismo acabe cercenándose.

Por propio egoísmo primero, por falta de planificación segundo, por ausencia de liderazgo tercero, y por puto electoralismo. La forma más fácil de ganar votos es la dinámica de una barra de pub un sábado por la noche (de las de antes) “prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido”. Y no se trata de un comunismo encubierto que identifica a los portadores de banderas de España en los coches como decía Carlos Herrera, se trata de saber cuándo se puede y cuándo no se puede ejercer el derecho de reunión. Es muy simple. El problema es que se deja en manos de los ciudadanos la interpretación de unas normas confusas. Si sale bien es gracias al gobierno, si sale mal es culpa de los ciudadanos, o realidad es que pase lo que pase será “pese al Gobierno”. Se ha perdido cualquier tipo de decencia, y el “mando único” es un figurante, las CCAA postulan, sin tino, medidas, y como el ejecutivo, improvisan. Y fallan, como Ayuso con los menús del Telepizza o la reunión de la clausura de IFEMA, pero siempre se habla más de un lado que del otro. Porque igual que digo que Margarita Robles ha hecho que se me pongan los pelos de punta, he sentido vergüenza
ajena leyendo las entrevistas a Celaá en las declaraciones sobre Portugal (que ha al tenido menos contagios por su localización geográfica o que los niños son del Estado) o escuchando hablar a MJ Montero, porque una cosa es el acento y otra la dicción (sobre la semántica y no decir nada con 100 palabras también se podría hablar).


La culpa acabará siendo siempre del individuo, aunque todo el poder se concentre en un Mando Único, y cuando pasa eso, es decir, que quien nos gobierna elude responsabilidades, estamos jodidos. Una vez más prorrogado el estado de Alarma, habría que tirar de hemeroteca, o “Alarma o Caos” y la elección es  “caos en el estado de alarma”, porque lo que nos queda por vivir dista mucho de haber terminado. Ante eso, algunas preguntas, ¿Si hay rebrote la culpa será de los que se opusieron infructuosamente al EdA, léase PP-VOX? Recordemos que los mismos que votaron a favor del Presidente en la investidura le han retirado el apoyo, y otros, están en el aire. Estos tíos (PNV-ERC) hacen buena la frase de Cepión, “Roma no paga a traidores”, salvo que Sánchez no sabía que él era Viriato, y no el cónclave italiano.

Ante tal panorama, solo puedo desearos suerte. Porque la vamos a necesitar. Yo también.

domingo, 19 de abril de 2020

El día que cambió el mundo

Acabo de ver la última fecha de actualización, y he pensado "La madre que me parió, tengo que tener a mis lectores de retrete hasta los cojones de leer la etiqueta del champú mientras hacen sus deposiciones".

Debo admitir que el Covid-19 nos ha pillado a pie cambiado. En diciembre lo veíamos desde la lejanía. En enero cogí "una gripe" con la que me pincharon Trigon y me mandaron una pila de medicamentos (entre ellos azitromicina), la vuelta a la actividad deportiva fue como esas alergias, que como diría el tito Luidgi "te dejan corriendo con medio pulmón". En febrero empezamos a tener la mosca detrás de la oreja y los memes ya no nos hacían ni puta gracia, y en marzo explotó todo.



El fin de semana anterior estuvimos en el sur de Tenerife, haciendo una rutilla por el Barranco del Infierno con Raquelilla y Julen, siendo ajenos y conscientes al cincuenta por ciento de cómo podrían evolucionar las cosas. Durante la semana los nervios iban subiendo por días, como un terremoto en la escala Ritcher, hasta que el sábado, antes de tomar las dos cervezas de despedida de rotación, el jefe entró en la sala y nos dijo "Id cancelando los planes para el finde, que se va a decretar el Estado de Alarma". Al día siguiente volábamos al Hierro a conocer la isla y decidimos dejarlo en stand by, por si acaso.

Recuerdo que ese sábado siguiente aprovechamos para bajar a Santa Cruz a hacer la compra al Mercado de la Recova, o de Nuestra Señora de África, como queráis llamarlo, y el pánico se iba acumulando en los rostros de la gente. Después hicimos la compra en el Lidl, y vimos de primera mano el desabastecimiento que habíamos notado durante la semana anterior. Fueron días de leer mucho y saber poco, de cierto escepticismo, y de hacer cábalas.

Y fue en esos días cuando escribí a una de esas personas que da igual cuánto tiempo lleves sin hablar con ella, porque son amigos de verdad, Juanda, enfermero que trabaja en un hospital Madrid (no voy a decir dónde) mi compañero de habitación en Toledo durante dos años en la Tomás y Valiente.
- Fenómeno, ¿cómo van las cosas por ahí?
- Se respira una calma tensa, pero de momento la cosa está bien.
- Mucho ánimo para estos días, y fuerza de los de azul.

Tres días más tarde volví a escribirle, y la situación que me describió se resumía en "al borde del colapso".

Entre medias, por el grupo de aquellos que empezamos a estudiar juntos como ratas de biblioteca, el de los "Danis" (Hernández, Alarza, Fernández y el que suscribe), H nos comunicaba que se encontraba mal y que creía que había pillado "el bicho".

Al comenzar la semana, y cambiar la rotación, el ambiente en el trabajo se iba enrareciendo, tensión, incertidumbre, no saber muy bien cómo iba a reaccionar, ni la población, ni la enfermedad, ni los mercados.

Entonces fue cuando explotó la pandemia. Empezaron a subir los "casos", los "infectados" y los "muertos" y se empezó a hablar de términos estadísticos, porque, si en algo se parece el Ejecutivo a Stalin, es en la síntesis de la frase "La muerte de un hombre es una tragedia, la de millones estadística".

Me cambiaron la rotación y me enviarón de refuerzo a otro lugar donde no me correspondía pero "era necesario". Lo aceptas aunque no sea justo porque se persigue el "bien común". Pero de entre todo se despierta en ti un pensamiento crítico y empiezas a leer y dejas de ver la tele, y a escuchar la radio. Especialmente cuando ves a Chani Henares renunciar a su puesto en LaSexta o escuchas la palabra "veto" en el programa de Íker Jiménez. Puedes comulgar o no con sus ideas, pero lo único que han dicho de verdad es que llueve para abajo.

Recuerdo que cuando en Madrid se superaron los 3000 muertos comenté a mi pareja Alba "China nos ha metido un gol con las cifras" y los dos asentimos. Fue cuando nos dimos cuenta de la gravedad del asunto. Cuando empezamos a escuchar por los grupos de WhatsApp que casi todos nuestros amigos y conocidos estaban en un ER(T)E. Del mismo modo lo hablaba con Carlos Chichano Álvarez, que curra en un psiquiátrico en Ciempozuelos:
- Tridani, yo creo que llevamos con esta mierda mucho más tiempo del que creemos, que se nos morían los pacientes de neumonía.
- Yo pienso igual que tú, pero no se puede encontrar lo que no se busca.

Dos semanas antes de que se decretara el Estado de Alarma, él consiguió, a través de otro de los amigos del grupo, una mascarilla autofiltrante de las que se usan en los talleres de pintura, y todos sus compañeros se empezaron a reír de él. Como todos en este país.

Mientras tanto Dani H daba pocas señales de vida y no sabíamos mucho de él, primero porque no quería preocuparnos y segundo porque las estaba pasando canutas en la frontera con Francia luchando contra el bicho en el desamparo más absoluto, únicamente apoyado por otro contagiado, Javi, su compañero de piso. Y ellos dos serán otros dos casos más que ni "han sido positivos" ni han sido "altas o inmunizados", pero de nuevo están en el tajo.

Desde Talavera llegaban noticias en principio alentadoras, allí no se estaba cebando mucho con la población, algo que me resultó muy extraño ya que hay cientos de personas que trabajan en Madrid y se desplazan a diario desde un punto al otro. Hablé con mis padres, en ERTE ambos, y ya sabían de casos entre conocidos pero la realidad seguía sin "cuadrar". Entonces descubría a Matthew Bennett en Twitter, que fue el primero que escuché referirse al INFORME MoMo y las cifras reales del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-la Mancha como "ocultas".

Lo bueno de los datos científicos o estadísticos es que son datos, y no cabe interpretación temeraria por parte de un periodista servil o de un partido político. Los miras, los comparas y la realidad va supurando. Otra cosa es que te guste lo que te cuenten esos datos, ahí ya no me meto.

En relación a esto, también pregunté a otra amiga enfermera, Mila, que trabaja en otro hospital de CLM (que tampoco voy a decir cuál es), ya que a través de sus redes pedía ayuda para otro hospital diferente al suyo, que estaba colapsando, el de Alcázar de San Juan. Por su trabajo las cosas también estaban jodidas, pero, una vez más "iban escapando" como podían.

Es cuando piensas: "Si vuela, tiene plumas, y hace cuac....", pues un león no es, igual un buitre disfrazado de pato... pero lo más normal es que se un pato.

Entre medias, nuestra ración de borreguismo ilustrado, bien edulcorado con dosis superfluas de libertad, pizcas de solidaridad y gusto por el trabajo en equipo. Puedes añadirle un poco de amaño del CIS para decorarlo y ya te queda lo que somos, una bomba a punto de estallar.

Deberíamos sacar unas cuantas moralejas de esta situación pero dudo mucho lo que hagamos.

Nos guste o no, estamos recogiendo los frutos de treinta años de cambios legislativos, concesiones y privilegios. Nos han educado en la política del derecho y no del deber. La falacia de la gratuidad y de la superioridad moral de un pensamiento frente a otro. De las no consecuencias. De ser solidarios con lo común y no con lo propio. De pensar como masa y actuar como masa. De apedrear al pensamiento crítico.

Supongo que más de uno habrá visto Guerra Mundial Z, y esa secuencia en la que Brad Pitt habla con un científico israelita y le explica: "Si de los diez miembros que forman el consejo 9 votan a favor, el 10 debe votar en contra y se deben seguir las instrucciones del que votó en contra".

Eso mismo nos pasó en España, solo que el décimo también voto a favor.