lunes, 8 de septiembre de 2008

El fin del camino

"Una noche más encerrado en una cárcel de pensamientos, prisionero de recuerdos y añoranzas y acompañado por el desacompasado son de un corazón que, con sus latidos, me recordaba que aún seguía vivo. El alma golpea mi ser como un martillo y suenan ecos en mi pecho, pero no existe ansiedad, lo que ha de ser, será. Víctima de las pasiones humanas, trovador de verdades prohibidas y necio poeta nocturno anhelando felicidad. En la más absoluta oscuridad y bajo el soñoliento abrazo de Morfeo me hallaba, una vez más, ante la inquietante mirada acusadora de dos ojos faltos de cariño. Allí estaban, negros como la noche, envueltos en un halo de misterio y magia, compasivos y exigentes pero llenos de dulzura. Lo que no había sido capaz de enterrar el hombre, podía hacerlo el tiempo, que exigía sacrificios como una bestia voraz. Todavía tenía tiempo para parlamentar con mi bestia interior, dueña de todos los sentimientos abyectos del alma, y pactar una rendición temporal de la parte más vil de mi ser. De nuevo sentía sensaciones inexplicables, moría en un segundo para renacer con fuerza en el siguiente. Entonces suspiraba y me preguntaba si el destino está escrito o se forja a cada instante con los actos que cada uno comete. La sombra del fracaso se erguía ante mí como un monstruo marino, pero pensaba en frío que no hay nada que temer, porque no hay nada que perder. En mi cabeza se agolpaban frases sueltas desordenadas que me acompañaban en cada sonrisa y en cada lamento, no rendirse nunca y aspirar a lo máximo... el espíritu que un día perdí estaba de regreso..."

Quizás lo anterior sería una bonita introducción para contar mi vida-puede...-pero hoy nos quedaremos resumiendo los últimos días, demasiado intensos para cualquier persona. No fue por falta de sacrificio, de esfuerzo o de ilusiones, todos contribuímos para que todo saliera bien. Aunque es cierto que los hubo que se tocaron los cojones y también que se partieron la espalda. Sea como fuere, el día 5 llegó, y la Patri y el Nacho se nos casaron. Los incasables que los llamaban, jaja. Todo muy protocolario en la boda, el chaqué, la corbata, todo impresionante, de punta en blanco. Pero como tiene que tener una pega, y eso que no hizo calor, es que sudé lo que no está escrito, de hecho, el cuello de la camisa acabó marrón y eso que era blanca. Pero todo muy bien, como siempre cero fallos para La Posada del Hidalgo, con su imponente posadero José Luis, luego unas copillas y bajarse a Talavera para chapar la fiesta. Y he aquí la anécdota del día, que después de echar un billar rápido en el Coyote nos fuimos al Establo, donde acabé cerrando con Chichano, Javi e Iván, y casualmente había por ahí otra boda, cuya novia estaba por ahí dando brincos, con la que nos sacamos unas fotos (que por cierto tiene Chichano). Entonces se me acerca uno de los invitados y me comenta "¿Tú vienes de parte del novio o de la novia?" a lo que respondí, "Yo soy primo lejano del novio" jajaja. Y hasta ahí dio de sí el viernes.

El sábado con cansancio hice lo que viene siendo comer y dormir hasta por la noche, y si noche es sinónimo de fiesta... pues ya se sabe, primero con Castañón por ahí hasta las 5 y pico y luego con Luisito el Chino hasta que acabamos comiendo churros a las 7 y algo de la mañana en mi portal. La resaca del día siguiente no se hizo de rogar y a las 12.30 apareció con mi amanecer. Todo el día intentando recuperarme a contrarreloj para estar visible por la tarde. A las 7 recogimos a los aparcacoches, es decir, a Mario Little y Alvarito en la Plaza de España, vestidos de punta en blanco como se acordó. Todo salió bien, con el detalle del tema del sonido, por el cuál el grupo de Pedrito y Josete acabaron rayados por lo malo que era y un poco decepcionados, pero no era culpa suya, así que no tenían motivos para ello. Resumiendo, que han sido 3 días acostándome entre las 6.45 y las 7.30 de la mañana, durmiendo poco, descansando lo mínimo y bebiendo mucho... y claro, las consecuencias se pagan, porque tengo una murciana encima que flipas.

No se puede negar que no haya sido duro, no se puede decir que no estuvimos allí dando lo mejor de nosotros mismos, no dirán que no nos esforzamos, nos recodarán como fuimos... como éramos, dando lo mejor de nosotros mismos, con una sonrisa de felicidad en la boca y lágrimas de emoción en los ojos, con nuestras anchas espaldas sujetando el mundo, con valentía y tesón, sin desfallacer jamás, siempre mirando hacia delante y nunca para atrás, con suspiros de esperanza y lamentos de pasión, con la seguridad del que cree en sí mismo por encima de todo y del que aspira a realizar lo imposible porque no es tan irrealizable, con la inteligencia propia de la experiencia y las cicatrices de los errores cometidos... por todo aquello que hicimos, para bien o para mal y que nos sirvió para crecer como personas, debemos sonreir y regocijarnos ahora, todo ha salido bien.
Finalmente, solo me queda dar mi más sincera enhorabuena a los que ahora sí, son mis primos, Nacho y Patricia, y desearles toda la suerte del mundo.

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