sábado, 22 de noviembre de 2008

(Im)Paciencias

De nuevo convaleciente, si no consiguió terminar conmigo el primer constipado invernal ahora me ataca una gastrointeritis de caballo, impresionante, cómo se puede pasar en tan solo unas horas de estar bien a suplicar para que pase la noche más larga de tu vida. El día comenzó de la manera habitual, bajar a desayunar, el café, los cereales, el pepito de crema (porque era lo que tocaba) y luego subir a asearse y bajar a la universidad como cada mañana. Como siempre el reloj biológico sonaba mientras me cepillaba los dientes. Nada fuera de lo normal. La clase de psicología tan coñazo como siempre y después a las pistas del parque de las Tres Culturas a Fundamentos del Atletismo con Martín Velasco, esta vez atacábamos el salto de altura. Poco más que comentar, a eso de la 13.30 en casita. Un pro rapidito y a comer. Después de comer retozar un poco en la cama sin dormir, simplemente descansando, y fue aquí dónde se empezaron a producir los fenómenos paranormales en el estómago y partes adyacentes, porque cagar una vez después de comer no es raro, pero hacerlo 5 veces sí. Ahí ya empezaba a sentir cierta extrañeza en el estómago, pero bueno, se lo achaqué a la comida y me fui a entrenar.

Antes de empezar a correr otra vez al retrete y corriendo me sentía como un globo, pero fueron sensaciones que fueron desapareciendo paulatinamente. Así pues, acabé mi sesión de gimnasio con las Saltadoras de Altura Bea y Sandra y la crossista Laura, dos de ellas de mi resi. Y después a nadar. Exceptuando el frío glaciar del agua y la pereza que las temperaturas invernales producen en mí el hecho de la cosa en sí de lo que viene siendo tirarse al agua, todo normal, la sensación de hinchazón había desaparecido. 3200 de Natación, después me subí con Jimmy, Héctor, Antonio y Janira para la residencia y a cenar. Fue después de la cena cuando me empecé a cagar por las patas abajo. Visité el inodoro otras 4 o 5 veces, el dolor estomacal volvió arreverdiñado, y empezaron a subir escalofríos por mi espalda. Me metí en la cama y empecé a tiritar pese a tener la funda nórdica echada. Y el colmo de males fue el mareo que me dio y la vomitera consiguiente. Malo no, malísimo. Además hay que sumarle otro hecho y sus derivadas consecuencias: 1.- Frío. Consecuencia: Te arropas. 2.- Dejas de tener frío y pasas a tener calor. Consecuencia: como has sudado te desarropas y coges frío. 3.- Te costipas. Consecuencia: se te junta la cagalitis con el moquillo colgando. Conclusión: Estado de Salud: Deplorable.

La noche la pasé envuelto en sudores fríos y viendo la lámpara de la habitación dar vueltas sin parar, ahora estoy casi en ayunas y a aquarius, dieta blanda, y mi estado de salud está peor que un talibán en Guantánamo. Sin embargo tengo ganas de entrenar, los fines de semana son casi lo único que me motiva, más que nada para huir de la soledad, y ahora tengo que esperar... y esperar... hasta que el cuerpo se recupere, la espera se hace eterna y es aburrido y duro ver las horas muertas pasar riéndose delante de tí mientras la banda sonora de un destartalado reloj anuncia la inminente fugacidad de los instantes.

Rumores aparte, dicen que medio Campus de la Fábrica de Armas está igual que yo, se habla de intoxicación en la comida, o puede que solo sea una epidemia por el uso de los sitios comunes, lo cierto es que en algunos casos se ha tenido que acudir a urgencias, personalmente me ha durado poco más de un día, pero ahora el resfriado vuelve a ser fuerte. Tendré que consultar con el sindicato corporal, a ver si es que el cabrón de mi sistema inmunitario está en huelga o algo por el estilo.

1 comentario:

Pablo Cabeza dijo...

Recuperate, Dani, te hemos echado de menos en el entreno hoy sábado, la cosa por aquí está a tope de novedades, este año vamos p'arriba, mucho más!!

Yo a primeros de noviembre estuve igual ó peor, pero ya verás esto es una anécdota en breve, así que cuidate y descansa.

Un abrazo.