martes, 17 de mayo de 2016

Salga bien o salga mal, siempre hay que escribir sobre ello. 

Y Águilas no será una excepción. Iba en el mejor momento de forma del año (hasta ahora) por no decir casi de mi vida, después de cuajar dos buenas actuaciones en el Clasificatorio de Madrid y el triatlón de Talavera. 

Todo hacía presagiar una buena carrera, un top30 fácil o un top20 si se daban las condiciones óptimas. Pero, ¡ay amigo!, que sobre el papel es todo muy bonito, pero otra cosa es ponerse el dorsal.

Y la verdad es que si el último recuerdo de Águilas fue amargo, superando una anemia de campeonato y arrastrándome en la liga de clubes con casi 72kg y hecho una mole (para lo que soy yo) el del sábado no fue mucho mejor, más bien al revés.

El resumen de mi carrera es que se acabó en la primera boya, ahí exploté, o llegue al "steady-state" de nado. Vamos, que ni p'alante ni p'atrás. No era capaz de coger pies, no tenía fuerza, iba con las luces de emergencia puestas. Aún así no salí excesivamente mal, y quise arreglarlo en la bici. Ni por esas. Montarme en la bici y notar los isquios como dos piedras. Dar pedales y ver que no avanzas... Y ya cuando el de delante se corta y te descuelgas... el mundo se te cae encima. 

Hoy no es tu día. Te cuesta pasar a relevos. Tu cabeza quiere pero tus piernas no. Y después tu cabeza también se rinde. Piensas en abandonar. Y sólo te queda tu conciencia, o tu corazón, o el puto orgullo, porque haces un amago con el pie derecho de descalar la zapatillas y mandarlo a la mierda.

Pero no. Tú y yo no somos así. No nos rendimos. No nacimos con ese derecho. Nuestra cruz fue pelear hasta el final, aunque duela, aunque te arrastres, hay que cruzar la meta, sea el 10º o el 71º (como fue el caso). 

Y te bajas a correr. Tampoco vas fino. Las piernas duelen. Los isquios se contraen sobrecargando las lumbares. Luego flato. La cabeza dice que no y aún quedan dos kilómetros para meta.

Y llegas a meta sabiendo que has hecho una mierda de carrera. Hoy no ibas. No hay que darle más vueltas. No era tu día. La grandeza del deporte es la incertidumbre y que pueden pasar un millón de cosas. 

Por la cabeza te acuerdas de aquel europeo en Pontevedra cuando a Noya no le salieron las cosas, o a los judokas que en unos JJOO se van a casa en primera ronda después de un ippon. Visto así, no es tan dramático. Hay más carreras y esto no me da de comer. Es una piedra más que esquivar. No te rindas.

Sin más... Esperando a la próxima. 

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