miércoles, 20 de agosto de 2008

El verdadero yo

De nuevo hundido en el mar de pensamientos... frágil como las pateras que buscan en España una vida mejor ante unas olas inmensas repletas de ira. Pero, tal y como esos inmigrantes, no hay miedo, nada que perder, simplemente no vuelvas nunca la vista atrás y lucha. Lucha con valor por todo aquello que deseas y si en la batalla caes derrotado, sonríe y disfruta porque diste lo mejor de tí mismo. Tal vez no pudo ser, tal vez no fue culpa tuya... tal vez en otra ocasión... pero no siempre es posible deshacerse de esos pensamientos, de nuevo hago referencias a Raúl, Shinfu para los amigos, con la tendencia del "yo interior" a autocastigarse. La experiencia te dota de facultades, y ésta debe ser la primera en ser adquirida, fundamentalmente porque es necesaria para llegar a la paz espiritual. ¿La paz espiritual? Sí, la misma que te hace estar agusto contigo mismo, saber todo aquello de lo que eres capaz de hacer, aún cuando el mundo está destinado a darte por culo. El mundo, o tal vez el comportamiento del ser humano, quizás una mezcla de ambas con el azar de por medio. Por eso el mensaje de disfrutar cada momento como si fuese el último es claro, llegará un día en que lo sea... Para ello uno debe romper las cadenas que le atan, todas ellas, de cualquier tipo y aprender de nuevo a disfrutar de la soledad, como bien decía Josema. ¿Extremo? Puede, desde luego para alguien que todavía vea la vie en rosse, pero para quien lo vemos en los colores reales no es ni mucho menos tan exagerada.

¿Colores reales?-os preguntaréis. Son esos en los que la vida se ve a diario, puede que cambien un poco, pero en general oscilan entre el gris y el negro. ¡Exagerado! ¿De verdad? Bienvenidos al mundo real, estudiarás desde los 2 años hasta los 4 en un jardín de infancia, de los 4 a los 18 en un colegio, después tendrás que sacarte una carrera para ser "normal"... y cuando ya creas que eres totalmente feliz, no lo serás. Por eso hay que aprender a disfrutar con los pequeños detalles, una canción, una conversación, un esfuerzo... sólo entonces serás capaz de ver brillar el sol y verás la vida de otra manera... Lo malo de esto, es que muchas veces los detalles pasan inadvertidos... y no reciben el reconocimiento que merecen. Otras veces será el ser humano el que deliberadamente los pasará por alto provocando en la persona la ofuscación y el desencanto...


...Y será entonces cuando los demonios interiores hagan su aparición estelar, la parte más negra de tu alma te poseerá y querrás actuar movido por los valores más oscuros del corazón como la venganza y el odio. Intentar evitar estos pensamientos es imposible y reprimiéndolos sólo se consigue aumentarlos, quizás la mejor manera de librarse de ellos sea la escritura, aunque para ello tengamos que desnudar nuestra alma. Quizás la solución más eficaz pase por insensibilizarse, la venta del alma de la típica película americana, pero esta vez sin vuelta atrás. Seguro de lo que quieres, un corazón latente de hierro forjado y piedra. Ahora recuerdo la envidia que sentían los Dioses griegos de los humanos por tener nuestra naturaleza mortal, los sentimientos más profundos, la intensidad de la vida... y debo reconocer que si nos envidiaban, en cierto modo debían ser idiotas. Algo depresivo ¿no? Puede, pero es ser humano no me da motivos para creer en él. Somos capaces de destrozar lo más bello del mundo y quedarnos tan anchos, a lo mejor siempre quedará un rescoldo de ello en lo más hondo de nuestro ser, pero siempre es más fácil negarlo o ignorarlo (y entre ellos me incluyo). Ahora es más fácil hacer del corazón tripas, por contraposición al sabio refranero español, e intentar ignorar los sentimientos, desplazarlos a un lado para luego desempolvarlos, pero puede que para cuando intentes quitarles la capa de pútrida mierda que les recubre hayan muerto. Sería entonces un buen momento para llamar a los bohemios y recordarnos a nosotros mismos que en alguna parte del mundo, el romanticismo sigue vivo...

Mientras tanto, como le pasaba a Dorian Gray, nuestras almas, aunque no atrapadas en una pintura, seguirán oscureciéndose al son de una sociedad en la que sentir es un placer prohibido reservado para los más débiles... no obstante, yo me incluiría entre ellos, aunque para tal hazaña debería de quitarme la coraza que me rodea, cosa que desde luego, no estoy dispuesto a hacer. Sobre ella se ven numerosas abolladuras, pero desde dentro, no desde fuera, un corazón suicida que intenta salirse y desbocarse y al que inmensas placas de metal retienen en mi pecho. No es la hora todavía. Puede que algún día llegue a serlo... hasta entonces, habrá que ir al herrero y rezar para que no se resquebraje...

2 comentarios:

susiman dijo...

joooodeeer,eso si que es un ladrillo, pero de los grises y grandes, no entiendo nada, pero queda de p...madre.

Arri dijo...

Susi, básicamente se resume en 2 ideas: 1 estoy hasta la polla de que me puteen y 2 las tías tenían que venir con manual de instrucciones.