martes, 6 de enero de 2009

Flashback

Después de la sesión agotadora del domingo y de descansar la mayor parte del día restante, el lunes se antojaba casi como una sesión de relax... una lástima pensar así, jaja. 3850 de Natación con series de AEM en ritmo contínuo y sin descanso, bueno 50 metros recuperando a estilos, y cuando ya pensabas que todo acababa nos dice Kike que queda un "pequeño estímulo", vamos 5x100 en algo más que medio (intenso) . Aunque pocas fuerzas quedaban ya para la intensidad y el cansancio perneril se hacía más que factible. Los tiempos con poco margen de variación 1'19'', 1'19'', 1'20'', 1'20'' y 1'18'' haciendo especial hincapié en el número de brazadas (17/18) y en la técnica. Y esta mañana de Reyes a las 9 de la mañana estábamos ahí, los inconscientes del triatlón esperando a que nos abrieran las puertas de la piscina, 3150 metrillos con una de las mayores putadas que me han hecho de hacer (joder que mal suena) en el tiempo que llevo entrenando: 25 hipóxico sin respirar. Yo creo que al final del largo tenía que tener los ojos saltones como un langostino de aguantar la respiración. También tocaría bici, pero el día de reyes es lo que tiene, que es mala fecha para entrenar, así que se postpone para mañana, que como regresaré a Toledo no podré entrenar.

Y el día de Reyes, ¿qué significa? Para cientos de críos son ilusiones acumuladas durante las Navidades, la emoción de ver los regalos, el nerviosismo al abrirlos y la felicidad o la desidia de encontrar lo deseado o no. Es cierto que todos los que leerán esto perdieron el espíritu infantil hace años (algunos hace años, algunos más que otros, jeje) y que el día de Reyes no es sino otro día en su vida, simple y llanamente pero hoy me pasó algo extraño mientras mis primos desenvolvían sus regalos en casa del abuelo: recordé la emoción perdida al ver aquellos regalos tan perfectamente envueltos, con su lacito y el nombre puesto, aquella época en la que 'los mayores' hacían el Amigo Invisible y las reuniones a la hora del café junto al roscón de toda la familia junta. De todo eso poco o nada queda ya. Quizás algo de ilusión de los peques abriendo los regalos, y tan sólo hasta cierto punto. De los 8 primos que somos soy el mayor, y ya renuncié a los Reyes por la edad y ahora está el yo reflexivo observando: tenemos a Candelita que estaba feliz con el carrito de la compra y los achiperres que le habían echado, Pablo que es más bruto que un arado (¿será porque es de Velada?) y cuando vio los patines en línea que le habían comprado dijo textualmente ¿y para qué quiero yo esto si no sé patinar? (un puntazo para la madre, que sabe todos los gustos del nene). Después tenemos a Alejandro que es el tipo con menos ilusión del mundo parece que le da igual lo que le regalen. Luego las mellizas que están empezando a echar conocimiento con 9 añitos que sí se ilusionaron. Mi hermana con el wii sing o algo así encantada y yo desesperado porque ahora me va a tocar escucharla cantar!!. Y el contrapunto le encontramos en mi prima Sara que aceptó con resignación los 60€ que se atrevieron a juntar entre 7 personas para sus reyes.

Por mi parte considero que los Reyes se portaron bien: un pulsómetro, el Polar F6, (cosa que alegrará profundamente a P. y a Sergio) y una colonia, ah y unos eurillos, así que me parece que van para el banco y el otro medio medio mono de competición que queda por pagar va a ser el regalo.

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