El final del camino

Se acerca el final. Tus sentidos se agudizan, la concentración aumenta, aquello que trabajaste en los duros meses de invierno ha dado sus frutos y ahora sólo queda recoger sus frutos; en realidad, los que quedan; y disfrutar.

Puedo cerrar los ojos y verlo. Una playa ancha de arena. Cientos como yo. La brisa rozando el rostro. La arena quema en los pies. El corazón palpita y se acelera. Inspiras profundamente. Una línea te hace prisionero. Y en cuestión de segundos te liberarán con un bocinazo. Tu alma correrá en pos de tus sueños. Es algo mágico, casi místico.

Y cuando cruces la meta, en el puesto 47º o en el 1º, deberás sonreír por lo vivido. Porque un año más fuiste algo extraordinario, te superaste a ti mismo y tus adversidades y creciste. Por eso, cuando entres en meta, alza los brazos al cielo (si aún te quedan fuerzas) y sonríe.

Y yo. ¿Qué soy yo? Soy unos trazos que buscan un orden, algo inconcluso que intentará seguir mejorando, luchando contra sí mismo y contra sus circunstancias, pero que no olvida con quién creció, qué colores representa y que seguirá soñando, un año más, con volar al sol con sus alas de cera, de sueños y de ilusiones, de perseverancia, de pasión... Porque cuando pones pasión en algo, es imposible que fracase.

¡ÁNIMO! YA QUEDA POCO...