La mañana empezó prontito a las 7.30, me levanté me vestí y me bajé a por unos churritos, que había que empezar el día con ganas. Me desayuné tres porritas y dos tazas de leche fresquita con Nesquick. Luego me puse a ver la tele un ratillo esperando el reloj biológico...pero nada, así que me fui a poner las lentillas. Tras un par de intentos decidí tirarlas a la basura, ya que tenían unos cuantos usos y me puse las nuevas sin problemas.
Llegó la hora de vestirse y vino la intrínseca decisión: ¿negro con naranja pega? ¿y con azul? Nada, quería ponerme yo el culotte del Madeinox (naranja fosforito) pero como quedaba que parecía la bandera del orgullo gay decidí ponerme el Nakamura y el maillot del Lidl (sí, el cutre que cuando le compré me quedaba 2 tallas grandes)... lamentablemente sabía que iba a ser un horno, todo era negro. Más que por la estética decidí el maillot por los bolsillos, para, como dice Mula "cargar las alforjas".
A las nueve menos algo salía de mi casa y pasaba con cuidado por la plaza del chicle, que tenía los aspersores puesto e hizo que me llenara

Por fin reanudamos la marcha y llegamos a Navamorcuende, con los otros dos cabrones dando palos antes de llegar al cartel de entrada al pueblo. Preguntaron a un vejete que estaba sobao' en un banco para llegar a un fuente, pero no entendimos ni papa. Empezamos a subir y saqué alguna foto cuando todavía no era el cansancio algo palpable y notorio. Las cuestas por el pinar, sol y sombra, sudor...mucho sudor, escurrise las cejas y salir 4 ó 5 gotas de sudor, jarreando por la barbilla y por la nariz y aquello que iba sólo por la mitad. La verdad es que no me subieron a toda hostia y con palos como esperaba, subí bastante bien, más agobiado porque el sudor no se me metiera en los ojos que por el esfuerzo de subir las cuestas, las pulsaciones, pues no sé iría a 160 o 170, no me encontré mal, más bien todo lo contrario, pero teniendo en cuenta que voy con dos borregos escaladores como son Mula y Aldana, me doy por satisfecho. En los últimos 800 metros pegaron un palo y yo seguí a mi ritmo. La cuesta se acabó y las fotos de rigor en la cima.
En el descenso disfruté como un niño chico, alguna curva un poco jodidilla, pero superable, miré para atrás y no venían ni Aldana ni Mula, lo que me pareció muy extraño así que seguí para adelante y los esperé cuando e acabó el descenso en una fuente justo antes de entrar al Real de San Vicente, resultó que a Mula se le había partido un radio de la rueda delantera. Una vez en el Real repusimos fuerzas los tres en una pastelería que había en una placita. Repetimos. Vuelta para Talavera por Castillo y San Román, volviendo a 30kmph después del atracón de cuestas. Y por fin, a la 1.15 o así llegamos a Talavera.
Esta tarde más y mejor en la piscina: palas y aletas.
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