viernes, 26 de marzo de 2010

Lluvia y Barro

Los cuatro días de sol fueron solo un atisbo, de nuevo llueve.

Y es cuando uno se plantea (iluso de sí mismo) ¿qué mal me pueden hacer unas cuantas gotas?

Ya no es sólo la lluvia, ni el frío que me ha caído encima esta tarde. Ni las series. Ha sido simplemente el estado del parque por el que corro, que parecía una pista de patinaje y corría más para atrás que para adelante. No es que me haya emporcado de barro hasta las cejas (literalmente), ni que no hubiera parte sin cubrir por una prenda que no estuviera sucia. Tampoco ha sido la angustia de no avanzar, de hundirte en el barro, de sentir el agua en las zapatillas cuando empiezas a chapotear...

Simplemente ha sido que en uno de esos gestos me he contracturado la espalda, ahora, en el lado contrario en el que Irene (fisio) me quitó la anterior. Y duele. Y mucho. Además hay que sumarle una pequeña distensión muscular en los abductores.

Pero luego, cuando llueva, volverás a decir, ¿qué daño puede hacerme un poco de lluvia? Decía el sabio refranero castellano que el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces.

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